El deporte contribuye de forma favorable a nuestra salud física y mental. Es por ello que desde la infancia debemos ayudarles a seguir el camino de la práctica regular de la actividad física, con el fin de desarrollar la psicomotricidad o también el compañerismo.
Cuando los niños son pequeños no están preparados para realizar ejercicios que impliquen un desarrollo de la potencia muscular, por lo tanto el fin de la actividad física que practiquen no debe ser ese.
El niño tiene edad de jugar, realizando así, actividad física al mismo tiempo. El juego tiene numerosos beneficios para nuestro hijo:
- Será capaz de colaborar con sus compañeros para lograr un fin común si se trata de un juego de competitividad (siempre potenciando el compañerismo y la lealtad aunque se gane o pierda).
- Inculcar valores como la importancia de participar por el simple hecho de divertirse.
- Adquirir soltura, agilidad, equilibrio...
- Mejora la resistencia y la capacidad respiratoria.
- Ayuda a mejorar la autoestima del niño, ya que verá reflejadas sus dotes y habilidades en ciertos juegos.
- Favorece la autonomía.
El juego es una inversión de vida, una inversión de salud y felicidad para nuestros hijos.
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