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domingo, 23 de octubre de 2016

Obesidad infantil

La obesidad puede ser definida como un trastorno producido en los sistemas que regulan el peso corporal de una persona, lo que provoca la acumulación de grasa corporal, ya que esta no ha sido degradada en las reacciones metabólicas para la obtención de energía; por lo tanto podemos deducir que la ingesta es mucho mayor al gasto energético. Sin embargo, también existen otros múltiples factores que se relacionan con la obesidad: factores bioquímicos, neurológicos, medioambientales y psicológicos.

Durante los períodos de crecimiento y desarrollo infantil el riesgo de padecer obesidad ha aumentado en los últimos años. Esto se asocia mayoritariamente al tipo de hábitos alimentarios que se siguen y al sedentarismo. Sin ambargo, la obesidad también es conocido como un problema de salud pública vinculada con múltiples factores genéticos y ambientales que afectan a toda la población mundial.

El exceso de grasa se acumulará en los adipocitos, en forma de triacilglicéridos. Las céluals del tejido adiposo aumentan su tamaño de forma muy limitada, por lo que cuando su capacidad de acumulación es excedida, se dividen de modo que el número de células adiposas aumenta.

El trastorno causado en los sistemas de regulación del peso corporal, como ya se ha sido citado, puede deberse tanto a factores genéticos como a afectaciones originadas en función del tipo de alimentación que cada persona lleve a cabo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que la obesidad es una enfermedad crónica. La consideración de la obesidad como una enfermedad crónica debe de analizarse conjuntamente con el hecho de que este trastorno se haya extendido a una mayor parte de la población mundial en las últimas décadas, sobre todo en niños y personas jóvenes.




La cantidade de grasa corporal podrá ser medida indirectamente a través del índice de masa corporal (IMC), su valor permite correlacionar el peso relativo de una persona con su estatura. El IMC se calcula de siguiente modo:


En función de la forma en la cual se distribuye la grasa corporal se distinguen dos tipos de obesidad, aunque esta clasificación no está especialmente vinculada con la obesidad infantil:

-La obesidad androide, obesidad superior o "de forma de manzana": la grasa corporal se acumula en el área central del abdomen. Este tipo de distribución está más asociada al género masculino.

-La obesidad ginecoide, obesidad inferior o "de forma de pera": la grasa se acumula en extremidades inferiores, en torno a la zona de las caderas o en la región de los glúteos. Este tipo de distribución está más asociada al género femenino.

Cabe destacar que la obesidad y el sobrepeso son enfermedades distintas.

Aunque hasta el momento no se haya concretado en la entrada la obesidad en un ámbito infantil, podemos señalar que la patología posee características muy similares en los diferentes márgenes de edades.
Cabe señalar también que la obesidad en edades prematuras puede causar muertes y discapacidades graves; así mismo también puede asociarse con enfermedades cardiovasculares, diabetes, alteraciones en el aparato locomotor y determinados tipos de cáncer.

Tal vez las causas principales de la obesidad infantil sean el aumento de dietas ricas en alimentos hipercalóricos (ricos en grasas y azúcares) cada vez más frecuentemente en la población más joven, así como también la disminución de la actividad física, lo que también puede ser referido como el aumento del sedentarismo.

A pesar de que la obesidad, sobre todo en el caso de las edades más tempranas, se haya extendido en los últimos años, existe un amplio abanico de medidas preventivas y paliativas para tratar de reducir los efectos o de impedir la aparición de un estado patológico.

La obesidad puede combatirse adoptando dietas sanas ricas en el consumo de vegetales y frutas y en las que la ingesta de grasas y azúcares está reducida. Del mismo modo será crucial la realización de actividad física, como mínimo 1 hora diaria.






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