Cuando nos oímos hablar sobre enfermedades mentales pensamos en algo muy lejano a nosotros y sobre todo en algo muy desconocido. Las enfermedades mentales son tan comunes hoy en día que a veces podemos padecer una depresión (por ejemplo) y tenerla sin saber lo que es como tal.
Es fundamental aprender pronto a reconocer estas enfermedades y sobre todo a tratarlas desde el comienzo, ya que una vez que el trastorno mental se desarrolla en el niño será parte de su conducta habitual y tendremos que conocerla.
Es muy difícil saber a que tipo de problema nos encontramos y lo realmente serio que éste puede llegar a ser. El simple hecho de que el niño este sometido a estrés y a tensión en su día a día pueden provocar cambios en su comportamiento rutinario.
Los cambios pueden afectar de muchas maneras a los niños: la llegada de un nuevo hermano, el paso de la escuela al instituto... estes cambios pueden provocar cambios en el sueño del niño: comienza a padecer insomnio cuando nunca había padecido de éste, vuelven a mojar la cama... cambios en el apetito, señales que muestran tristeza o signos que indican que se encuentra molesto, pensamientos frecuentes sobre la muerte...
En función de los cambios que notemos en nuestro hijo podremos entender qué le está pasando y llevarlo a un especialista en salud mental en caso de que sea necesario, pero sobre todo lo fundamental es la comunicación con nuestro hijo: preguntarle cómo se siente, desde cuando se siente así y sobre todo hacerle ver que lo que le está pasando es algo tan común como un catarro. Cuando nos rompemos un brazo acudimos al médico como algo normal, sin embargo, parece que cuando se trata de un problema en nuestra mente y que afecta a nuestra salud física y psíquica somos más reacios a acudir a un psicólogo, es por ello que las enfermedades mentales tienen que verse como algo normal y habitual, como lo que realmente son.
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