Es frecuente asociar los típicos rasguños o caídas leves con niños inquietos y que muestran gran interés, a veces por utensilios poco aconsejables a sus edades.
La gran mayoría de las veces la gravedad de las heridas no suele ser mucha, pero de cuando en vez aparece alguna que no solo alerta y provoca la agitación del niño, sino que también aflora el nerviosismo de los padres, que buscan soluciones a toda prisa.
A continuación se muestra las heridas, tanto graves como leves, más frecuentes en niños; así como también se acompañan de protocolos de actuación aplicables a cada una de ellas.
Las heridas se caracterizan por la pérdida de integridad de la piel, pero se pueden diferenciar varios tipos dependiendo de diversos parámetros tales como el objeto causante, la profundidad o el grado de contaminación, entre otros.
- Higiene: limpieza con agua a chorro, con la finalidad de eliminar los cuerpos extraños o restos de suciedad.
- Prevención: procurar secar la piel, pero sin tocar la herida y nunca tratar de arrancar cuerpos clavados en la misma.
- Hemorragia: cubrir la herida con un apósito o gasa limpia y seca, presionando y sin retirar la primera gasa.
- Antiséptico: aplicar clorhexidina o soluciones alcohólicas.
- Protección: cubrir con un apósito la herida, para evitar la contaminación y posibles infecciones.
- Valoración médica: en caso de heridas graves.
- Control periódico: para detectar de forma precoz posibles complicaciones.
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